Nada de raro tiene que en una encuesta de calle, no acierten muchos cuando se les pregunta qué cosa sucedió en verdad el 19 de abril de 1810.Eso no hace más que reflejar la ignorancia que campea entre los dirigentes del Estado: hace algunos meses, uno de esos cretinos que ahora se suele poner a calentar la silla del Ministerio de la Defensa, hablaba del 19 de abril como del día en que se firmó el ‘Acta de la Independencia’: ¡Un hombre que se supone que pasó por la Academia Militar! (¿O tal vez por eso?) Pero aparte de eso, es explicable ese desconocimiento de la efemérides entre gente poco escolarizada. Porque la fecha en sí es bastante confusa. Un hombre que no era por nada ignorante, Arísitides Rojas, llegó a hablar del 19 de abril como del ‘día español’ por excelencia.En efecto, si en lugar de triunfar la República en la Guerra de Independencia, hubiese triunfado la monarquía, ese podía ser celebrado como día del rey.
Porque la Junta que se formó aquel día era cualquier cosa menos republicana: ‘Junta Conservadora de los Derechos’ del rey. No quiere decir que entre los que impulsaron los acontecimientos de ese día no hubiese republicanos, y de los más radicales.Pero como suele suceder, estos se guardaron para sí sus ideas y sentimientos, intuyendo acaso que no era el momento más propicio para exponerlos.Esta no es una situación extraña en la historia: ni siquiera la más radical de las primeras revoluciones modernas, la francesa, rompió con la monarquía (y no sólo con el monarca) hasta 1793, casi cuatro años después de la toma de la Bastilla.Más aún, eso se da en muchas circunstancias que nada tienen que ver con lo social, lo colectivo. Cada vez que me toca explicar a algunos jóvenes la diferencia entre el 19 de abril de 1810 y el cinco de julio de 1811, suelo recurrir a un ejemplo muy simple, comprensible para quienes viven en una sociedad donde el matrimonio suele ser una institución tan frágil: la diferencia entre una separación y un divorcio.– II –¿Quiénes fueron los actores del 19 de abril? Por la forma que tomaron los acontecimientos, sería tentador decir que se trató de una acción ‘del pueblo’; pero eso tiene muy poco que ver con la idea que hoy se tiene de eso.En primer lugar, es muy distinto de lo que ahora se llamaría ‘pueblo’: en aquel caso, muy seguramente se trataría de una aglomeración de vecinos, de cabezas de familia y en todo caso de varones: las mujeres no solían salir a la calle, como no fuese para encerrarse en la iglesia, lo cual era el caso en aquel día. De resto, solían confinarse a ejercer «labores propias de su sexo», como se solía decir entonces.Tampoco era cosa de que estuviera allí gente del bajo pueblo y mucho menos que nadie los negros, porque nada de lo que se discutía en Cabildo podía concernirles y acaso ni interesarles, y en cuanto a la celebración religiosa, la suya no tenía lugar en la Catedral, sino en la iglesia de San Mauricio.Pero aparte de eso: ¿qué grande era la turbamulta que echó a Emparan a los gritos de ‘¡Fuera, muera, no lo queremos!’ como nos lo enseñó el Hermano Nectario María.El historiador José Rafael Lovera le propuso a sus alumnos de la Escuela de Historia de la UCV hacer ese cálculo midiendo en los mapas de la época las estrechas calles de aquella ciudad: era físicamente imposible que allí pudiesen caber más de cuarenta personas, cincuenta en el mejor de los casos. De modo que no fue un ‘pueblote’ sino un ‘pueblito’ el que echó a Emparan de aquel pueblito que era Caracas.Fue durante el primer centenario de aquella fecha que se la propuso como el acto primigenio de nuestra independencia, y se le inscribió dentro de lo que ya había comenzado, el culto a Bolívar. Hoy se habla de ella como fundamental dentro del ‘pensamiento bolivariano’.Pero Bolívar no participó en el suceso: ni siquiera estaba en Caracas, y si bien ya era un conspirador revolucionario, no era la cabeza de la conjura y tal vez no se le considerase más que como un joven alborotador. Y no se olvide que las primeras manifestaciones de su pensamiento tomaron la forma de una crítica a esa ‘patria boba’.– III –Desde hace muchos años, hasta el más civil de los gobiernos civiles ha permitido que la celebración de la fecha del 19 de abril de 1810 como la del 5 de julio de 1811 se la apropien los militares: son pretextos para arengas patrióticas, muestrario de armas y desfiles a paso de ganso.El todo tiene por objeto repetir diez mil veces una mentira para ver si de tanto repetirla se convierte en verdad, como lo propuso en su momento el Dr. Joseph Goebbels. Es mentira que la independencia sea obra exclusivamente militar: y que el actual ejército venezolano sea el mismo que creó el Libertador.Ni el 19 de abril ni el cinco de julio fueron fechas militares: son el mejor ejemplo de acciones civiles. Y es falso que el creador del actual ejército venezolano haya sido el Libertador Simón Bolívar: lo fue el Benemérito General Juan Vicente Gómez.Y mientras aquella fue una fuerza armada que ‘exportó’ la Independencia, éste ha jugado aquí el papel de un ejército de ocupación.No se pueden cerrar estas notas sin hacer referencia a algunos aspectos de las celebraciones de este año. No nos detendremos demasiado en los desfiles militares, salvo para subrayar que nada tiene de heroico ni marcial un ejército en vías de disolución como fuerza armada nacional para convertirse en la guardia pretoriana de un Comandante en Jefe que ni siquiera tiene el empaque de semejante cargo, convertido como está en la irrisión del universo mundo, por sus fanfarronerías, sus payasadas, su lenguaje burdelesco y sus mentiras.Pocas veces habían tenido los venezolanos la oportunidad de sentir tanta vergüenza como al anuncio de quién será oradora de orden de la sesión solemne del 19 de abril: la representante de un régimen nepótico y corrompido hasta los huesos (no en vano sus genios tutelares son Perón y Evita).Se le hará creer que sus palabras las escuchará atento el pueblo caraqueño. No es pues ocioso recordarle que hace siglo y medio ese mismo ‘bravo pueblo’ echó a patadas a un gobernante nepótico y corrompido, José Tadeo Monagas, al grito de ‘¡Mueran los ladrones!’.Caracas